El tema de los embotellamientos y accidentes de
tránsito es complejo, pero se basa en un principio muy sencillo. La mejor forma
de proveer entornos seguros para los usuarios de la infraestructura vial y de
reducir la carga de trabajo de operadores de gestión del tráfico y servicios de
emergencias, es evitar que se produzca cualquier tipo de incidencia. Un tráfico
sin embotellamientos no sólo es más seguro, sino que además se traduce en unos
usuarios más satisfechos, un comercio más dinámico y un día a día más fluido. Entonces,
¿cómo hacer la prevención?
Ya se cuenta con algunos avances recientes, como la
tecnología de Detección Automática de Incidencias (AID), para mejorar toda la
cadena de gestión de incidencias. La manera en que funciona es muy clara: El
sistema alerta a los operadores de gestión del tráfico sobre la presencia de
vehículos accidentados o detenidos para que puedan enviar ayuda rápidamente y,
además, les permite proporcionar vídeo e imágenes de apoyo a los servicios de
emergencias. Esta agilidad también minimiza las interrupciones en la
circulación, lo que evita accidentes en cadena y el empeoramiento de la
situación.
En este sentido, las cámaras inteligentes pueden proveer
el análisis preciso del movimiento de los vehículos, identificando los
factores que pueden convertirse en potencial fuente de atascos o ralentizar el
tráfico. Con esta información en la mano, a los operadores de gestión del
tráfico se les facilita optimizar la sincronización de los semáforos y evitar
así que una pequeña cola se convierta en un embotellamiento monumental.
De la misma manera que esas nuevas soluciones
identifican accidentes o congestión vehicular, también detectan infracciones
graves, como vehículos que circulan en dirección contraria o que se saltan
semáforos en rojo. Y no hace falta la presencia de fuerzas de seguridad sobre
el terreno para determinar si alguien ha cometido una infracción o para
demostrarlo ante un tribunal, gracias a la tecnología de reconocimiento de
matrícula y a la fiabilidad de las pruebas en vídeo. Sin duda, una opción más
eficiente y económica que ampliar la presencia de vehículos policiales o
efectivos desplegados.
Este sistema no se limita a detectar acciones
localizadas, sino que permite una vigilancia completa y de gran alcance, que a
largo plazo ayudará a los usuarios a ser mejores conductores. Además, contribuye
a que las autoridades prioricen las infracciones más graves, con el objetivo
último de salvar vidas.
La revolución en curso tiene que ver con la transformación
de las cámaras en sensores de detección del tráfico, capaces de determinar los
tipos de vehículo, las velocidades, el número de ocupantes o las matrículas.
Con esta información, resulta mucho más fácil saber cómo y cuándo se
utilizan las infraestructuras viarias, lo que permite optimizar los horarios de
mantenimiento, priorizar correctamente las nuevas inversiones y mejorar
aspectos como los sistemas de peajes. Todo eso tendrá, en el futuro, un impacto
importante en el flujo de vehículos y en la reducción de accidentes en el
tránsito.
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